dilluns, 14 de desembre del 2009

Finlandia y sus previsiones

Hoy hace frío, mucho frío.Salí de casa (una casa ocupa en la que me instalado por unos dias) y no sabía si estaba en Castellón o si estaba en Finlandia. I sí, esto no va bien.. vine la semana pasada, hacía calor y, os cuento, dentro de mi maleta había:
- Unos zapatitos muy monos de esos que hay que llevar con medias.
- Unos zapatos de tacón en plan Mary Poppins, por si surge la ocasión de salir a tomar algo (como no, hay que decir que la ocasión no surgió y los zapatos siguen sentados en la habitación).
- Unas zapatillas converse de esas que tienen dos agujeritos en la parte interior para morirte de frio cuando estas en Finlandia (perfectas para cuando llueve, vamos).
- Camisetas de manga corta.
- Un muñequito para engancharle a la camiseta monísimo..
- Una chaqueta de piel, que va genial cuando llueve porque no se puede mojar.
- Una gavardina de estas de primavera, que también me sirve mucho.
- Ropa interior, gafas y estas cosas...

Hasta me he traído una caja de tea (la adicción es muy grande) y
no se me ha ocurrido traerme un paraguas!!!

Martín (Hache)

Como buen argentino, Aristarain encuentra en exprimir al máximo la capacidad de hablar de sus personajes, el vehículo perfecto para recrearse en sus reflexiones, pensamientos y en su forma de entender la vida.

Imaginaros la buena pinta que debió tener escrita en un papel tan interesante reflexión.

HACHE
¿Te gustan más los hombres que las mujeres?

DANTE
¿En general dices? No. De que sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar, es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen, me encantan. Pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente Hache, yo hago el amor con las mentes. ¡Hay que follarse a las mentes!

divendres, 11 de desembre del 2009

Viernes 22 de Marzo


Corrí veinte metros para alcanzar el ómnibus y quedé reventado. Cuando me senté creí que me desmayaba. En la tarea de quitarme el saco, de desabrocharme el cuello de la camisa y moverme un poco para respirar mejor, rocé dos o tres veces el brazo de mi compañera de asiento. Era un brazo tibio, demasiado flaco. En el roce sentí el tacto afelpado del vello, pero no lograba identificar si se trataba del mio o el de ella o el de ambos. Desdoblé el diario y me puse a leer. Ella, por su parte, leía un folleto turístico de Austria. De a poco fuí respirando mejor, pero me quedaron palpitaciones por todo un cuarto de hora. Su brazo se movió tres o cutro veces, pero no parecía querer separarse totalmente del mío. Se iba y regresaba. A veces el tacto se limitaba a una tenue sensación de proximidad en el extremo de mis vellos. Miré cia la calle varias veces hacia la calle y de paso la fiché. Cara angulosa, labios finos, pelo largo, poca pintura, manos anchas, no demasiado expresivas. De pronto el folleto se le cayó y yo me agaché a recogerlo. Naturalmente, eché una ojeada a las piernas. Pasables, con una curita en el tobillo. No dijo gracias. A la altura de Sierra, comenzó sus preparativoos para bajarse. Guardó el folleto, se acomodó el pelo, cerró la cartera y pidió permiso. “Yo también bajo”, dije obedeciendo a una inspiración. Ella empezó a caminar rápido por Pablo de María, pero en cuatro zancadas la alcancé. Caminamos uno junto al otro, durante cuadra y media. Yo estaba aún pensando mentalmente mi frase inicial de abordaje, cuando ella dio vuelta la cabeza hacia mí, y dijo:

“Si me va a hablar, decídase”.